Personas que integran el conocido colectivo Consejo Paraguayo de la Danza CPD,
quieren convertir a su institución en un ente de acreditación de academias,
ante la sociedad civil. ¡Y es legítimo! ¿Quién no se siente orgullos/a de
contar con el reconocimiento de su gremio? Así, se generan respaldo mutuo y
sinergia.
Los gremios deben unirse y organizarse en torno a los
intereses compartidos. En el caso del CPD, identificado con el esplendor de los
60s y 70s, el interés pasa por defender su conquista, la vigencia del Programa
de Estudios de 1978 para formar Profesore/as de Danza en rigurosos 14 años de
estudio. En el concepto del CPD, conservar el Programa es importante para
jerarquizar la profesión.
La actitud del CPD es digna de todo encomio y debe ser
imitada por otros colectivos de la sociedad civil con ideales diferentes, pero
igualmente valiosos. Así, por ejemplo, hay nuevos maestro/as que apuntan a
instaurar un sistema jerarquizado de formación de intérpretes de Danza
(Bailarine/as) en 9 años de estudio, como en los demás países de la
región.
Adhesión voluntaria
Personalmente, creo estar muy consustanciado con la
problemática de la danza y entender las legítimas pretensiones del gremio, por
varias razones: 1) la danza es parte fundamental de mi formación de profesional
de la ópera, el arte completo y universal por excelencia, que involucra a todas
las artes (danza, música, teatro, plástica, artes audiovisuales, comunicación
social); 2) la danza es el arte más exigente y que mayor compromiso requiere
del artista que la cultiva; 3) como ingeniero civil que soy, he integrado
Consejos profesionales de diversas jurisdicciones.
Un dato interesante para tener en cuenta, es que los
Consejos profesionales más exitosos son aquellos de afiliación voluntaria.
Paradójicamente, estos Consejos cuentan con mayor adhesión (98 % de los
profesionales asociados), que los Consejos de afiliación obligatoria, que
logran no más de un 70 % de adhesión en la práctica. Una normativa no cambia
conductas. Lo que cambia conductas, es la actitud respetuosa y el prestigio de
quienes proponen las reglas.
Estado facilitador
Los autores del Proyecto Dirección General de Educación
Artística, siempre hemos sostenido que las academias tienen que asumir una
conducta adulta y autónoma, y dejar de esperar que el Estado vigile cada uno de
sus exámenes, de modo paternalista y policíaco.
http://www.diariojujuy.com/contenidos/index.php?option=com_content&view=article&id=23084:2013-09-07-00-22-38&catid=22:mas-noticias
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