El 7 de junio de 2017, el concierto paraguayo del Final World Tour,
colmó las instalaciones del Centro de Convenciones de la Conmebol, con más de
2.300 personas. Participaron la soprano rosarina Jaquelina Livieri y la Sinfónica del Congreso, conducida en
la ocasión por el histriónico Daniel Giménez Carreras, sobrino de
José Carreras. Con el corazón abierto, el último gran tenor activo, se entregó
al público, que no se resignaba a dejarlo partir, aún después de varios
bises.
Supongamos que el
género humano desaparece de la faz de la Tierra. Unos extraterrestres visitan
el planeta. Se maravillan al ver las obras de arquitectura e ingeniería. Pero
más se maravillan al escuchar grabaciones de voces humanas espectaculares, como
la de José Carreras. Sin embargo, esos extraterrestres jamás podrán experimentar
la inexpugnable expresividad de un concierto en vivo del gran tenor planetario.
Un ambiente acogedor,
esperaba al ídolo, que desató un trueno de aplausos al irrumpir en el escenario
del Centro de Convenciones de la Conmebol. Durante el desarrollo del
concierto, fueron exhibidas imágenes de las variadas glorias del maestro, como
sus vivencias junto a Sting, Quincy Jones, Karajan, Liza Minelli, Lang Lang,
Zubin Mehta. Y a modo de título del encuentro, reiteradamente apareció la
sugerente inscripción A life in music.
El Programa incluyó
desde arias de ópera, hasta pop, como se acostumbra en la mayor parte de los
conciertos de canto lírico de hoy. En la primera parte predominaron las piezas
líricas (universales), y en la segunda, las populares.
Algunas de las
interpretaciones de Carreras fueron “Canción Húngara” de la
zarzuela Alma de Dios (J. Serrano), las canciones
napolitanas Pecché? (G.E. Pennino) y Passione (Valente),
“El sueño imposible”, de la obra El Hombre de la Mancha (Mitch
Leigh), Serenata sincera (A. Derevitsky), Lejana
tierra mía (C. Gardel).
Por su parte,
Jaquelina Livieri, partenaire del maestro en la ocasión, nos obsequió el
vals Il bacio (Luigi Arditi), el vals “Jeu veux
vivre” de la ópera Romeo y Julieta (Gounod), el aria “Je
suis Titania”, de la ópera cómica Mignon (Ambroise Thomas).
El dúo Carreras –
Livieri presentó Je te veux (Erik Satie), “Tonight”,
de West Side Story (Bernstein), La africana (Caballero),
y entre los numerosos bises, el hit Amigos para siempre (Andrew
Lloyd Webber), compuesto especialmente para los Juegos Olímpicos de Barcelona
1992.
La orquesta ofreció algunas obras instrumentales: Vals n° 2 de
Shostakovich, “Farandola” de la suite La Arlesiana (Bizet),
Intermezzo de La boda de Luis Alonso (G. Giménez).
Jaquelina, de 30 años, se lució ampliamente con sus coloraturas, algunas improvisadas (cadencias), particularmente en “Me llaman la primorosa” de la zarzuela El barbero de Sevilla (Giménez). Pero además, inundó de dulzura interpretaciones como “O mio babbino caro” de la ópera Gianni Schicchi (Puccini).
Carreras,
el arte infinito
Carreras es el único
tenor activo de la legendaria agrupación Los tres tenores. Luciano
Pavarotti falleció. Y Plácido Domingo - si bien sigue cantando magistralmente -
ya no aborda repertorio de tenor, sino de barítono, porque su voz se volvió más
grave.
En la mitad de su carrera, José había superado la leucemia. Ello
explica por qué después su éxito creció exponencialmente en el competitivo
mundo del canto lirico: a su talento, añadió una estratégica tenacidad.
Vi pasar a grandes tenores
por el emblemático Teatro Colón. Y compartí escenario con buenos cantantes
de ese registro vocal. Pero después del 7, entendí por qué José Carreras es
llamado “el tenor más querido del mundo”: la extraordinaria emoción que
transmite es única e irrepetible.
¿Cómo lo logra? Estudiando rigurosamente la
dinámica que da matices a cada obra, y dejando fluir su carisma.
Cada gesto, cada
mirada, cada sonido de su voz, desafiaba la emoción extrema del espectador. Esta
personalidad universal ha crecido permanentemente, sin altibajos. Y a los
70 años, está en su mejor momento. Despedirse de los escenarios en la
plenitud de su carrera, habrá sido una difícil decisión, pero la más
acertada.
La
orquesta, ¡impecable!
“La orquesta,
¡impecable!” oí decir a una persona del público en el intervalo. No pude evitar
preguntarle: “¿Sabe qué orquesta es? La persona respondió “la orquesta de
Carreras ha de ser”. Con orgullo paraguayo le expliqué que se trataba de la
Orquesta Sinfónica del Congreso Nacional, dirigida por Sánchez Haase. Mi
interlocutor – un músico - quedó con la boca abierta.
De hecho, el maestro
guaireño declaró su gran contento por el rendimiento de la orquesta,
ampliamente elogiada por el conductor ocasional, que suspendió uno de los
ensayos por ser “innecesario”.
“El espectáculo fue
maravilloso. Acompañar a una leyenda del canto lírico es realmente una
experiencia única”, puntualizó Sánchez H, caracterizado por la disciplina, la
precisión y la pulcritud que logró instalar en la joven agrupación que dirige.
El concierto paraguayo
de Carreras, marca la consagración internacional de la Sinfónica del Congreso,
consagración determinada por el exigente mercado lírico, y no por alguna
burocracia ocasional.
El espectáculo
despedida que el tenor está ofreciendo a la humanidad, cuenta con el
máximo esplendor. En Paraguay fue posible gracias al soporte de la consolidada
productora Pro light Sound Eventos.
El planeta no olvidará a
José Carreras. Y las paraguayas y los paraguayos, hemos vivido una experiencia
del más alto nivel del mundo, del que permanecimos históricamente aislados, y
nos regaló un amigo para siempre, que llevó nuestros aplausos en el corazón.